28 septiembre 2005

Ladran Sancho?


Lo primero que me viene a la cabeza siempre es una gran melange de boludeces sin sentido que, a primera vista, son únicamente un triste collage de inconexiones neuronales sufriendo la pena de lo que no fue. Pero después de masticarlas un poco van tomando tímidamente una vaga forma, cierta estructura con primitiva e incipiente lógica, que de a poco se depura y se convierte, por puro capricho personal, en un esquema que se presenta ajustadamente coherente... Pero, lamentablemente, uno tiende a pulir todo. Tal vez persiguiendo anhelos - por lo menos vanidosos - referidos a ostentar cierto grado de inteligencia. Y termina por arruinar aquello novedoso y flamante, puro por recién surgido del caos, que en un principio logró formular.

Y ante eso no me queda ninguna alternativa mejor que el descarte, debido a la frustración que produce destruir lo logrado por pretender genialidades que no me fueron dadas en gracia...
No es fácil. Porque se que hasta admitir límites en la inteligencia es un recurso falsamente modesto para sugerir al resto lo contrario.
O algo así... no se. Un exceso de orgullo que aflora naturalmente y sin que nos demos cuenta, porque todos nos creemos unos piolas bárbaros muy en el fondo y no lo admitimos.

Y, para probarlo, tómense 5 minutos y traten de definir qué es ser alguien inteligente, cuáles son los atributos que nos hacen acreedores de un rótulo como ese. Y díganme, con una mano en el corazón, si el concepto al que llegan difiere mucho en los elementos que lo integran de las cualidades y capacidades que forman la personalidad de cada uno de nosotros...

Porque, al final, o somos todos pistolas, o por lo menos necesitamos creerlo...
Auf Wiedersehen